EL CÁNTARO DE COSTAMAR (CASTELLÓ)

La pieza que presentamos fue recuperada de un silo que había sido rellenado con tierra, piedras, restos óseos, líticos, cerámicos y abundantes fragmentos de un gran recipiente de barro cocido que dificultaron los trabajos de excavación. Este tipo de cerámica se encuentra en la fase más antigua del yacimiento y se caracteriza por la abundante presencia de cerámica decorada mediante la técnica incisa e impresa, en ocasiones combinada con decoraciones plásticas y pigmentación con almagre.



El cántaro de Costamar es una vasija profusamente decorada cuyo motivo principal es un antropomorfo oculado. Conserva dos asas verticales y una orejeta horizontal, así como 14 perforaciones en la parte que se conserva del borde. La técnica decorativa combina incisión, impresión y aplicaciones plásticas con impresiones.


El motivo principal son bandas de líneas incisas paralelas, dibujando dos grandes arcos conectados que representan los brazos en la parte superior, uno vertical para el tronco del que salen dos arcos en la parte inferior del vaso para las piernas. El rostro de la figura aparece esquematizado por un polígono alargado de tendencia rectangular sobre el que se sitúan dos círculos en bajo relieve rodeados por trazos incisos que hacen de ojos. Este rasgo anatómico está exagerado de tal manera que recuerda a los ídolos oculados del calcolítico. Por encima se sitúan dos rectángulos alargados que parten de la vertical de los ojos y se enmarcan hasta los cordones verticales que enmarcan la escena, motivo documentado en vasos neolíticos con motivo antropomorfos y que han sido interpretados como cejas.

La escena contrapuesta forma motivos geométricos mediante cinco ángulos invertidos coronados por un arco, con dos arcos adicionales en su parte superior y una franja horizontal que finaliza a cada lado en dos semicírculos cuya parte abierta se adosa a los cordones aplicados verticales.

Los motivos decorativos hallados en los vasos de Costamar (líneas, zig zag, orlas, triángulos, soles, ramiformes, etc.) se combinan formando esquemas decorativos que apuntan hacia un simbolismo cuyas manifestaciones pueden ser rastreadas en el arte parietal. El vaso cerámico se convierte así en el soporte de un lenguaje decorativo cargado de simbolismo, cuyo estudio y compresión pueden acercarnos a las comunidades que los crearon.

JOSE PALACIO CANTOS

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